Esta botella de "huevos de toro", o sea, de una cerveza Corona de Barril, había estado ahí, en ese escalón a la entrada de mi casa, por lo menos durante el último año. No era mía; mi casa en Guanajuato se encuentra en una especie de callejón privado porque tiene puerta a la entrada (nunca se cierra, no tiene sentido), pero ahí está, simulando que es una casa, pero dentro hay muchas casas rentadas y subiendo mucho, se desemboca en un callejón común y corriente (por supuesto, después de cruzar una reja). El punto es que cualquiera la pudo haber dejado ahí como cualquiera durante todo este año la pudo haber recogido. La botella inspiraba respeto, representaba un estado de cosas que la gente no está dispuesta a cambiar porque se acostumbra a él.
Es como en aquella ocasión en la época en que mi amigo Martín estaba en el propedéutico para la escuela de Diseño de Interiores (jo jo), y colocamos parada una botella de Coca Cola en uno de los pasillos del Jardín Unión mientras filmábamos. Nadie, absolutamente nadie se atrevió a patear, recoger, mover, ni siquiera a tocar la botella. Todos la esquivaron. ¿Por qué? ¡Es una botella de refresco que estorba! ¿Por qué nadie la movió? Representa un orden que ellos no establecieron y que por lo tanto no se sienten con el derecho a cambiarlo, incluso cuando los afecta directamente. Cuando llegaron al pasillo, la botella ya estaba ahí, en medio de su camino, inmóvil y poderosa, y nadie se ocupó de quitar el estorbo porque es más cómodo sacarle la vuelta y olvidar que estuvo ahí a pesar de que en algún momento fue bastante evidente.
Uno siempre tiene la esperanza de que las cosas nunca cambien cuando se está cómodo, nunca piensa que el mundo, sin embargo, se mueve, y no se detiene, y que en algún momento esa comodidad se irá y todo habrá cambiado menos uno mismo, y querrá que las cosas cambien, pero en involución, que vuelvan a ser como eran antes, en lugar de evolucionar con el mundo.
Estoy entrando en la fase final de una etapa de mi vida importante: la universidad. Las cosas son completamente diferentes a como eran al entrar, a como eran después de un año, de dos, tres y voy para cuatro. La transición fue difícil, pero creo que ya estoy por completo adaptado al nuevo orden y no dispuesto a quedarme de nuevo. A partir de ahora el cambio será constante y rápido...
Justo ayer que le saqué foto a la botella cuando salía de mi casa, en la tarde ya no estaba. Seguramente alguien me vio sacándole foto y se dio cuenta de lo patético que era que la botella siguiera ahí, pero fue hasta que se hizo evidente que ahí estaba que alguien se ocupó de cambiar las cosas, como sucede en todas las situaciones a pequeña y gran escala.
2 Responses to “La botella de Corona”
Bto eres grande, siempre te lo he dicho.
Te admiro y me da gusto que no esperes sentado el porvenir sino que evoluciones con la rotación del mundo, que chido que estemos (aunque a mí me falte como una vida para concluir) por terminar esa o esta etapa.
Gracias por ser una de las pocas o muchas constantes en mi vida guanajuatense estudiantil! :D Te quiero Hi-man
me intriga la expresion "huevos de toro"
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