Pues nomás decir que esperemos que este año que viene sea mucho más productivo y nos traiga muchas mejores cosillas... ¡FELIZ AÑO NUEVO!
jueves, 31 de diciembre de 2009
En vísperas del año 2010, ¿qué pasaba en 1999?
Hoy en la mañana me percaté que era 31 de diciembre y que hoy terminaría el conteo de las mejores canciones de la década de RMX, una excelente estación de radio. Esto me hizo pensar en que hace 10 años era 1999 y todos estaban verdaderamente emocionados por la llegada del nuevo milenio. Todos hablaban sobre eso: que hacían 2000 años que nació Yisus (a.k.a. Jesús de Nazareth), que la llegada del siglo XXI, el nuevo milenio, nuevo siglo, nueva década, nuevo año, nuevo todo. Mucha gente estaba increíble e inexplicablemente aterrorizada porque decía que a la media noche de ese 31 de diciembre-1 de enero se acabaría el mundo (por supuesto sin tomar en cuenta que hay distintas horas en todo el mundo y que no había ni una sola predicción que apoyara dicha teoría), y también se corrió el rumor de que las computadoras no estaban programadas para dar continuidad en el año 2000, por lo que provocarían un colapso mundial en las comunicaciones. Todo pintaba para que el nuevo milenio fuera fenomenal.
En todos lados se dejó sentir la euforia del nuevo milenio: Jennifer López hizo un video (Waiting for tonight) donde llegaba el 2000 con luces de neón y justo en ese momento comenzaba a llover en el bar donde se encontraba bailando; los Backstreet Boys llamaron a su álbum Millenium, Natalia Lafourcade tituló una de sus canciones En el 2000, había videos musicales súper caros con grandes efectos por computadora que hoy se ven malísimos, se prepararon majestuosas fiestas alrededor del mundo para la llegada del nuevo año, vendían lentes y sombreros ridículos con la forma del número 2000, Tempranito 2000, el diario Milenio, en los programas de televisión hacían capítulos especiales con una fiesta de nuevo año, canciones como El mundo se va a acabar de Molotov y Nostalgia de El Tri (Y es la nostalgia, de fin de siglo, y todo el mundo quisiera el tiempo poder regresar) se oyeron en ese año, productos de supuesta alta tecnología salían al mercado con nombres rimbombantes que incluían el número 2000 para impactar al consumidor y convencerlo que verdaderamente eran vanguardistas e incluso futuristas, la gente se emocionaba cuando al escribir la fecha ponía en el año el número 2000 (era verdaderamente supremo), y un largo etcétera...
Lo mejor eran las espectativas que tenía la gente del 2000 todavía 20 años antes, como autos voladores, viajes en el tiempo, teletransportación, robots sirvientes, viajes interplanetarios, interacción con extraterrestres, armas de láser, ropas metálicas y peinados extravagantes, bandas en el piso que nos evitan caminar, comida mínima, instantánea y exótica. Algunas cosas que sí se imaginaron y están hoy en día son teléfonos digitales y celulares, teléfonos con pantalla donde se pueda ver tu interlocutor, pantallas gigantes y planas, el control de distintas funciones domésticas por medio de un sistema computarizado (pero sin la necesidad de esas computadoras gigantescas) o las comunicaciones rápidas y a grandes distancias. Cosas que se contemplaron y que aún están en desarrollo son la clonación, la inteligencia artificial, viajes interplanetarios, la fusión nuclear, hologramas, la medicina y ciudades exóticas que se adaptan a las nuevas necesidades. Y cosas que la gente nunca se imaginó tienen que ver con el avance en la tecnología de la información y computacional, como grandes efectos especiales que literalmente crean nuevos mundos virtuales o modifican el real de manera virtual, crear un archivo por computadora y materializarlo, o llevar información en un pedazo de plástico, escuchar música con alta fidelidad mientras se camina por la calle, tomar fotografías y almacenarlas inmaterialmente, las redes sociales que permiten interactuar con personas a distancia, computadoras personales, moda, el descubrimiento del genoma humano, etcétera, etcétera, etcétera...
En el 2000 no se acabó el mundo ni hubo colapso computacional pero hubo muchos cambios, buenos y malos que no tienen que ver en nada con el número del año en que vivimos, pero que igual está padre imaginar que el siglo XXI tiene que ver con grandes avances tecnológicos que nos facilitarán más la vida (y sin duda se está logrando). Está por acabarse 2009 en unas horas para dar paso al 2010, una nueva década (no me importa lo que digan los ortodoxos sobre la ausencia de un año 0, es nueva década y punto) que sin duda será de lo mejor (las primeras décadas de los siglos siempre son las mejores...)
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miércoles, 30 de diciembre de 2009
Música: de lo abstracto a lo concreto II.
Para concluir la entrada anterior, quiero hablar de la música que me gusta a partir de lo que expliqué en la primera parte.
La música que me gusta tiene armonía. Los instrumentos, incluida la voz, deben acompañarse, entrar, salir, y unirse todos en un clímax. De esto puedo poner como ejemplo la canción Song for Bob del soundtrack de The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford. La pieza es buenísima, además de que los violines y los cellos me matan. El rock sinfónico es una de las mejores mezclas que se hayan logrado, siempre y cuando se haga bien.
Otra cosa que la música debe tener es fuerza. A lo que me refiero con fuerza es esa capacidad para hacer sentir por medio de la intensidad de los sonidos. Las guitarras eléctricas son ganiales para esto. Canciones como Paranoid Android de Radiohead, que llevan la fuerza en un solo de guitarra (no únicamente, pero a mí es la parte que más me gusta), son simplemente magníficas. Y lo más destacable de esta canción en particular es la conservación de la armonía a pesar de los cambios constantes de ritmos, los subes y bajas, etc. Incluso la pieza mantiene su fuerza en las partes más tranquilas (rain down, rain down, come on rain down on me); en definitiva una de mis canciones favoritas... Y ejemplos hay muchísimos: Fuel de Metallica, Knights of Cydonia de Muse, Nachtschatten de Lacrimosa, Bohemian Rhapsody de Queen, Hey Jude de The Beatles, etc.
En español no hay una canción icónica que reuna todo lo que creo que una excelente canción debe tener más que una: La chispa adecuada de Héroes del Silencio, aunque debo decir que no es de mi total agrado, de hecho no me gusta, sólo está buena para ir a los Lobos en Guanajuato y cantarla con todos, nada más. De ahí en más hay mucha música en español muy buena pero que le falta algo como para llegar a ser icónica o esté completa. Alejandro Fernández como intérprete de música ranchera me gusta mucho, la potencia de su voz y su capacidad interpretativa son muy buenas, pero la música ranchera como género tiende a no ser muy variable. Zoé es un grupo que también me encanta por la armonía musical y variabilidad (hasta antes de Reptileptic), pero le falta fuerza. Para mí, no existe la gran canción en español fuera de la ya mencionada que no me gusta.
Las canciones vienen en álbumes para comercializarse. Lo interesante ha sido la armonización de estos álbumes para que más que un medio de venta de las canciones, fuera todo un producto artístico completo. En mi vida he escuchado pocos álbumes completos, y de lo que he escuchado puedo elegir tres como mis favoritos, que no necesariamente son álbumes icónicos, populares o de gran calidad: Para ti con desprecio de Panda, Memo Rex Commander y el corazón atómico de la Vía Láctea de Zoé, y Nevermind de Nirvana. Estos tres, en primera, son los únicos álbumes de los que me gustan todas las canciones. También creo que, como ya he dicho, mantienen unicidad, es decir, que mantienen temáticas similares, ritmos, sonidos y sonidos constantes sin que llegue a ser repetitivo. Por muchas razones y gustos personales, mi favorito es Para ti con desprecio. Es un disco con mucha fuerza, con mucha armonía al interior de las canciones, se complementan perfectamente entre sí, es variable, y contiene elementos técnicos que me agradan como la multiplicidad de voces y tracks ambientales. Lo que demerita en MUCHO este trabajo son los plagios cometidos y que no son melodías que logren esa "universalidad" (por llamarlo de alguna manera) al concentrarse en una temática emo, más por llegar a un mercado que por sinceridad artística.
Hay muchisísimas otras canciones que me gustan y que tal vez he olvidado o que son muy buenas pero tampoco alcanzan esa excelencia de la que hablo, combinación de fuerza y armonía que se pueden proyectar a una unidad más grande como un álbum.
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New Moon
Ayer vi por fin New Moon, la segunda película de la saga de Twilight. En realidad no hay mucho qué ver. La película es entretenida pero sin mayor trama. De hecho pudo acortarse bastante, como a media hora más o menos. Hay muchos lobos sin camisa y mucha Bella triste, como siempre, aunque se ve más linda que en la película pasada (tan sólo ver su cara me daban calambres en el recto).
No he leido los libros, pero tampoco me dan ganas. Tanto Twilight como New Moon son mediocres: malas actuaciones, mala historia, personajes vacíos, mala adaptación, etc. Si algo puede salvarse son los magníficos paisajes y el soundtrack. De éste último me gustó mucho una canción llamada Hearing Damage de Thom Yorke (vocalista de Radiohead) que no había escuchado, ni siquiera sabía que sacaba música como solista ¬¬. En fin, el soundtrack también contiene música de Muse o The Killers, como ejemplo de bandas más conocidas. De hecho me sorprende que Muse haya apenas entrado más al mercado estadounidense hasta que se integró al soundtrack de Twilight su canción Supermasive Blackhole, y es notable porque es la primera vez que ha sido invitado a los MTV VMAs después de varios años de buena trayectoria en Europa e incluso en Latinoamérica.
Bueno, siguiendo con New Moon, también me cagó bastante que Bella sólo utilizara a Jacob y el sorprendente estoicismo de Edward, lo que habla de poca complejidad en los personajes. Bella comienza a enamorarse de Jacob, pero tan sólo ve el coche del idiota que la abandonó hace meses, sale corriendo a su encuentro. Jacob simplemente no puede tenerla y se queda como el pobre lobo sin amor. Por supuesto el ganador es Edward, que podrá y seguramente seguirá haciendo muchísimo daño a Bella, pero no importa, porque es inglés y puede hacerlo. Ademas está ausente toda la película!!! Sólo sale como la conciencia de Bella cuando quiere hacer algo peligroso. "No lo hagas Bella" ¡Por favor! Si no se hubiera ido en primer lugar, nada hubiera pasado (¡pero tenía que pasar porque así hay otro libro y otra película más!) ¡Luego WTF con Victoria! Sale 5 minutos siendo perseguida por lobos gigantes, mata a un anciano, ¡pero nadie se dio cuenta! ¿También qué es lo que pasa con los turistas que entran a la sala de los vampiros nice italianos? ¿Les chupan la sangre? ¿¿Y ya, nadie se enteró??
Como decía, se pudo hacer mucho más corta la película. Más de la mitad de la duración trata de cómo Bella se pone triste y luego de cómo se enamora de Jacob, que como ya dije, no sirve para nada porque igual se queda con el vampiro. Entonces no tiene mayor importancia, no juega un papel ni siquiera importante, porque no causa un conflicto en Bella, bien pudo omitirse todo esto y que la escena de los meses que pasa Bella frente a su ventana se extendiera hasta la parte en que Edward se quiere suicidar.
En resumen: New Moon es la película más pre-producida, vendible y comercializable que he visto, mucho más que Twilight. Sin ofender, pero chavas, al menos sean concientes de que están jugando con sus mentes, ya si es mero gusto está bien, pero tampoco pretendan que estas películas son arte y que merecen pasar a la historia como joyas cinematográficas...
No he leido los libros, pero tampoco me dan ganas. Tanto Twilight como New Moon son mediocres: malas actuaciones, mala historia, personajes vacíos, mala adaptación, etc. Si algo puede salvarse son los magníficos paisajes y el soundtrack. De éste último me gustó mucho una canción llamada Hearing Damage de Thom Yorke (vocalista de Radiohead) que no había escuchado, ni siquiera sabía que sacaba música como solista ¬¬. En fin, el soundtrack también contiene música de Muse o The Killers, como ejemplo de bandas más conocidas. De hecho me sorprende que Muse haya apenas entrado más al mercado estadounidense hasta que se integró al soundtrack de Twilight su canción Supermasive Blackhole, y es notable porque es la primera vez que ha sido invitado a los MTV VMAs después de varios años de buena trayectoria en Europa e incluso en Latinoamérica.
Bueno, siguiendo con New Moon, también me cagó bastante que Bella sólo utilizara a Jacob y el sorprendente estoicismo de Edward, lo que habla de poca complejidad en los personajes. Bella comienza a enamorarse de Jacob, pero tan sólo ve el coche del idiota que la abandonó hace meses, sale corriendo a su encuentro. Jacob simplemente no puede tenerla y se queda como el pobre lobo sin amor. Por supuesto el ganador es Edward, que podrá y seguramente seguirá haciendo muchísimo daño a Bella, pero no importa, porque es inglés y puede hacerlo. Ademas está ausente toda la película!!! Sólo sale como la conciencia de Bella cuando quiere hacer algo peligroso. "No lo hagas Bella" ¡Por favor! Si no se hubiera ido en primer lugar, nada hubiera pasado (¡pero tenía que pasar porque así hay otro libro y otra película más!) ¡Luego WTF con Victoria! Sale 5 minutos siendo perseguida por lobos gigantes, mata a un anciano, ¡pero nadie se dio cuenta! ¿También qué es lo que pasa con los turistas que entran a la sala de los vampiros nice italianos? ¿Les chupan la sangre? ¿¿Y ya, nadie se enteró??
Como decía, se pudo hacer mucho más corta la película. Más de la mitad de la duración trata de cómo Bella se pone triste y luego de cómo se enamora de Jacob, que como ya dije, no sirve para nada porque igual se queda con el vampiro. Entonces no tiene mayor importancia, no juega un papel ni siquiera importante, porque no causa un conflicto en Bella, bien pudo omitirse todo esto y que la escena de los meses que pasa Bella frente a su ventana se extendiera hasta la parte en que Edward se quiere suicidar.
En resumen: New Moon es la película más pre-producida, vendible y comercializable que he visto, mucho más que Twilight. Sin ofender, pero chavas, al menos sean concientes de que están jugando con sus mentes, ya si es mero gusto está bien, pero tampoco pretendan que estas películas son arte y que merecen pasar a la historia como joyas cinematográficas...
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martes, 29 de diciembre de 2009
sábado, 5 de diciembre de 2009
Música: de lo abstracto a lo concreto I
La música para mí es uno de los placeres más grandes que existen, así como el medio de expresión personal por el cual uno transmite sin crear. Leyendo algo para alguna materia, el autor decía que uno de los elementos que configuraban una obra de arte es su capacidad de ser símbolo, es decir, de remitir desde la particularidad de la obra a una experiencia propia del apreciador y a la universalidad. La música para mí tiene esta particularidad: a partir de que uno se identifica con ella, que ya nos ha remitido a nosotros mismos, es entonces que se convierte en nuestra y ya no del compositor o intérprete. Es la música que escuchamos un medio en extremo fuerte para expresar lo que somos, creemos, o simplemente lo que nos gusta. La música que escucho es mía porque me expreso mediante ella aun cuando yo no la creé.
El contexto en que se encierra la música, como el grupo intérprete, el estilo que adopta como imagen, la actitud, el tipo de fans, etc., no son parte de las piezas musicales en sí, sino que las delimitan y les dan un sentido más estricto. Todos los aspectos anteriores forman parte de un marco sociocultural que únicamente proyecta la pieza como un medio de consumo, pero no como obra artística. Es por eso que una canción puede ser pasada de un género a otro y conservar su calidad como obra de arte; su aceptación es cuestión más de gustos y preferencias. ¿Entonces dónde reside la calidad de la pieza?
En una concepción intuitiva y nada técnica, una canción en sí misma es un conjunto de notas en determinado orden que dan un efecto estético determinado. Estas notas ordenadas en cierta escala, dadas por un instrumento, pueden combinarse armónicamente con otras otorgadas por un instrumento diferente, llevando a formar un ritmo (o vairos) y finalmente una melodía. Esta última es la unidad cohesionada que sólo en ese estado y no otro reside el efecto estético. El tipo de ritmo configurado y los instrumentos utilizados permitirán colocar a la canción en un género musical, y de ahí otorgarle todas las demás características socioculturales. El vínculo entre pieza y su contexto es la letra.
Las canciones con letra tienen doble complejidad al tratarse de dos signos amalgamados en uno solo. La letra sin música es un signo en sí misma, al igual que la melodía. Para lograr que una canción con letra tenga un efecto específico, es necesario que ambos signos sean congruentes. La voz es el instrumento por el cual se introduce la letra a la canción, pero ésta tiene que ver más con el tipo de instrumentos que la acompañan que con la letra, siendo el conjunto melódico el que determina el tipo de letra que debe acompañarla o no al revés.
Conforme a esto, se entiende que hay una subordinación de la letra a la melodía como unidad. Lo ideal es lograr un equilibro entre lo que dice la letra y el tipo de melodía. Cuando la letra juega un papel prioritario sobre la melodía, entonces deja de ser una pieza de arte al transformarse en un utensilio. La calidad musical no se aprecia desde el género o el estilo (características superficiales de la pieza), sino desde el efecto estético dado por la unidad melódica, que bien puede gustar o no sin dejar de apreciarse su excelencia o deficiencia.
El contexto en que se encierra la música, como el grupo intérprete, el estilo que adopta como imagen, la actitud, el tipo de fans, etc., no son parte de las piezas musicales en sí, sino que las delimitan y les dan un sentido más estricto. Todos los aspectos anteriores forman parte de un marco sociocultural que únicamente proyecta la pieza como un medio de consumo, pero no como obra artística. Es por eso que una canción puede ser pasada de un género a otro y conservar su calidad como obra de arte; su aceptación es cuestión más de gustos y preferencias. ¿Entonces dónde reside la calidad de la pieza?
En una concepción intuitiva y nada técnica, una canción en sí misma es un conjunto de notas en determinado orden que dan un efecto estético determinado. Estas notas ordenadas en cierta escala, dadas por un instrumento, pueden combinarse armónicamente con otras otorgadas por un instrumento diferente, llevando a formar un ritmo (o vairos) y finalmente una melodía. Esta última es la unidad cohesionada que sólo en ese estado y no otro reside el efecto estético. El tipo de ritmo configurado y los instrumentos utilizados permitirán colocar a la canción en un género musical, y de ahí otorgarle todas las demás características socioculturales. El vínculo entre pieza y su contexto es la letra.
Las canciones con letra tienen doble complejidad al tratarse de dos signos amalgamados en uno solo. La letra sin música es un signo en sí misma, al igual que la melodía. Para lograr que una canción con letra tenga un efecto específico, es necesario que ambos signos sean congruentes. La voz es el instrumento por el cual se introduce la letra a la canción, pero ésta tiene que ver más con el tipo de instrumentos que la acompañan que con la letra, siendo el conjunto melódico el que determina el tipo de letra que debe acompañarla o no al revés.
Conforme a esto, se entiende que hay una subordinación de la letra a la melodía como unidad. Lo ideal es lograr un equilibro entre lo que dice la letra y el tipo de melodía. Cuando la letra juega un papel prioritario sobre la melodía, entonces deja de ser una pieza de arte al transformarse en un utensilio. La calidad musical no se aprecia desde el género o el estilo (características superficiales de la pieza), sino desde el efecto estético dado por la unidad melódica, que bien puede gustar o no sin dejar de apreciarse su excelencia o deficiencia.
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